Highlights
– Sistema de progresión profundo y gratificante.
– Humor inteligente y autocrítico con el género.
– Mapas amplios, clima dinámico y combate desafiante.
A veces uno entra al Steam Next Fest sin muchas expectativas, solo para probar demos, descubrir rarezas o encontrar ese juego que te roba más tiempo del que planeabas. En mi caso, ese juego fue Escape from Duckov, un título que, entre chiste y curiosidad, terminé probando solo por su nombre. Lo confieso: lo descargué para bromear con Fenrir, amigo de Twitch con quien me encuentro sostenidamente en el canal de Rem y fan de Tarkov, y pensé que sería una parodia barata de Escape from Tarkov. Pero la ironía del asunto es que Duckov no solo se parece poco al original: es más Tarkov que Tarkov.
Un mundo ridículo… hasta que te atrapa
El juego arranca con tu personaje —un pato promedio, literal— despertando de un sueño extraño en el peligroso mundo de Duckov. Desde tu base, tenés que salir a explorar, recolectar recursos, mejorar tu refugio y sobrevivir. Lo gracioso es que todo parece una broma visual: patos con armas, enemigos caricaturescos, y un tono que parece no tomarse en serio a sí mismo. Pero en cuestión de minutos, el chiste se disuelve y el diseño brilla.
Los mapas son amplios, con cinco regiones distintas, ciclos climáticos y enemigos que no se comportan igual dos veces. Cada incursión tiene ese elemento de riesgo que hace que perder el botín duela, pero también que volver a intentarlo sea adictivo. Esa sensación de tensión, de saber que todo lo que llevás encima puede desaparecer en segundos, está mejor lograda aquí que en muchos shooters con más presupuesto.
Progresión con propósito
Donde Escape from Duckov realmente brilla es en la progresión. El juego entiende algo que Tarkov olvidó hace rato: mejorar se siente bien cuando el avance es tangible y coherente. Todo tiene un propósito: mejorar tu base, aumentar tu capacidad de carga, reducir el retroceso del arma, o simplemente sobrevivir más tiempo sin quedarte sin agua.
El refugio es el corazón de la experiencia. Se puede mejorar cada módulo, desde el taller hasta la despensa, y cada avance se traduce en algo útil dentro del gameplay. Hay una satisfacción muy real en ver crecer tu escondite a medida que encontrás nuevas piezas.
Las misiones no son gran cosa —más bien un trámite para conseguir experiencia y recompensas—, pero el propio juego lo asume con humor. Hay referencias directas a Tarkov, bromas internas y una autoconciencia que lo hace encantador.
Un chiste que se convirtió en homenaje
Visualmente, Duckov engaña. Detrás de la estética adorable y los colores brillantes, hay un juego tenso, exigente y con una progresión perfectamente medida. El combate es sólido, los enemigos castigan, y el botín es tan satisfactorio como riesgoso.
Y sí, ver patos armados hasta el pico sigue siendo hilarante, pero entre disparos, mejoras y extracciones apuradas, el humor pasa a un segundo plano. Lo que queda es un título con una base sorprendentemente robusta, que captura la esencia del “extractor shooter” sin caer en frustraciones ni en mecánicas innecesarias.
No es exagerado decirlo: es Tarkov, pero divertido. Un homenaje paródico que termina siendo una mejora sustancial. Escape from Duckov es una de esas sorpresas que solo el Next Fest puede darte: empieza como un meme y termina siendo una joya.
