
Highlights
Cooperación bajo presión constante. El pase obligatorio cada 15 segundos redefine la tensión en plataformas cooperativos.
Un mundo diseñado para castigar errores. Físicas, verticalidad y neón crean un entorno donde cada salto tiene consecuencias.
Dificultad que escala sin piedad. Cada nivel aumenta la urgencia, exigiendo mejor coordinación y comunicación.
En un contexto en el que los juegos cooperativos luchan por destacarse, Ticking Together aparece con una idea tan sencilla como devastadora: una bomba activa que los jugadores tienen que pasarse cada 15 segundos. El título, que ha sido creado por Furkan Baytak y Furkan Özkaya y publicado por Vellichor Games, tiene previsto salir a la venta en Steam durante el tercer trimestre de 2025. Su propuesta promete una tensión constante que convierte cada partida en una carrera colectiva contra el tiempo.
La historia no pretende contarte un universo complejo. No lo necesita. Una ciudad cyberpunk al borde del colapso, envuelta en neón y distorsión atmosférica, sirve como escenario para una misión tan directa como desesperada: transportar un artefacto capaz de borrar todo del mapa. Para hacerlo, tu equipo debe superar circuitos plagados de trampas, plataformas móviles, desniveles, saltos milimétricos y rutas donde un error basta para detonar el final.
La mecánica del pase obligatorio: pura adrenalina

La esencia del juego es su sistema de “tensión cronometrada”, un contador de 15 segundos que obliga a los jugadores a pasar la bomba. Si una persona no consigue alinearse con el receptor en el instante preciso o falla un salto, la misión finaliza bruscamente y de manera explosiva. Este reloj interno transforma cada sección, incluso las más simples, en ejercicios de precisión, reflejos y comunicación verbal constante.
La dinámica puede vivirse solo o en equipos de hasta cuatro jugadores. En solitario, la bomba exige una coordinación quirúrgica. En el modo cooperativo, el caos estratégico se impone: lanzamientos planificados, saltos encadenados y una comunicación que define quién marca el ritmo, quién recibe y quién salta. La premisa está clara: en Ticking Together, nadie progresa de forma individual.
Un mundo cyberpunk diseñado para desafiarte

Su estilo visual combina neón, verticalidad y superficies angulares que condicionan cada movimiento. Las estructuras no son simples decoraciones: requieren que se calculen trayectorias, se regule la fuerza de los lanzamientos y se determine, en cuestión de segundos, cuál es el camino más seguro para sostener la cadena de pases.
Las físicas reaccionan basándose en el peso, la velocidad y el ángulo de cada tiro. Pasar la bomba no es un procedimiento automático, sino una acción que requiere cálculo. Un lanzamiento que es demasiado fuerte puede perderse en el vacío, mientras que uno débil puede caer antes de llegar a su compañero. La tensión no solo se encuentra en el reloj, sino también en la capacidad de controlar lo que uno mismo hace.
Escalada de dificultad implacable

Cada nivel profundiza en el concepto de urgencia. Plataformas más estrechas, rutas más complejas y secciones donde el ritmo se vuelve vertiginoso forman parte de una curva de dificultad agresiva. El juego exige mejora gradual: precisión, timing y un instinto de cooperación pulido. Quien no se adapta, detona.
La aventura no pretende suavizar obstáculos. Eleva la cooperación a su máxima expresión. Lo que en otros títulos es herramienta, aquí es sentencia: si el equipo falla, el equipo cae.
Una prueba de confianza en un género saturado

Ticking Together no quiere ser “otro cooperativo simpático”. Quiere ser una prueba. Una experiencia donde comunicación, reflejos y confianza mutua son más importantes que cualquier salto perfecto. En un mundo creado para colapsar, solo la coordinación mantiene a flote al equipo.
La pregunta final es tan sencilla como inquietante: ¿cuánto tiempo podrán sostener la bomba tú y tu equipo antes de que marque su último segundo?
