
Highlights
Visualmente impresionante, pero limitado en mecánicas.
Ausencia de sistemas clave como humanidad o desarrollo de personaje.
Una narrativa que pierde la esencia del World of Darkness.
La espera fue larga. Demasiado larga, quizá. Más de una década de rumores, cancelaciones y reinicios de desarrollo culminan con Vampire: The Masquerade – Bloodlines II, el ambicioso sucesor de aquel clásico de culto de 2004. Esta vez, el proyecto recae en The Chinese Room, estudio británico conocido por títulos atmosféricos como Everybody’s Gone to the Rapture. Su misión: resucitar una franquicia que combina política, horror y seducción. El resultado, sin embargo, deja una sensación agridulce, una mezcla de fascinación estética y decepción mecánica.
El despertar del nómada
Encarnas al Nomad, un vampiro anciano que despierta tras un siglo de letargo. Pero algo ha cambiado: una voz extraña habita tu mente. Se trata de Fabien, un detective Malkavian que servirá de guía y de carga a la vez. Tendrás que solucionar un crimen antiguo, que pone en peligro el equilibrio sutil entre los clanes de Seattle, por medio de tus recuerdos y los suyos.

La premisa, en papel, es intrigante. El problema surge cuando intentas vivirla. Lo que prometía ser una experiencia de rol profunda se convierte en una aventura lineal con escasa libertad de elección. La historia progresa con cierta elegancia, pero sus decisiones rara vez alteran el curso de los acontecimientos. Todo parece estar cuidadosamente predeterminado.
Seattle sin colmillos
Seattle, como escenario, brilla visualmente. Las luces de neón bañan las calles húmedas y decadentes; los clubes nocturnos laten al ritmo de la corrupción. Pero esa belleza se disuelve cuando comienzas a moverte. Los entornos son pasillos disfrazados de libertad, y la exploración, más que un viaje, se siente como un trámite.

El combate, uno de los fundamentos del juego, es torpe. Se deja de lado las armas y las disciplinas tradicionales para optar por un sistema enfocado en poderes telequinéticos y asaltos automatizados cuerpo a cuerpo. La conclusión: confrontaciones desordenadas, imprecisas y sin impacto. No hay sensación de poder vampírico, solo la frustración de luchar contra el propio control.
Lo más decepcionante es la ausencia de mecánicas icónicas de La Mascarada: no hay sistema de humanidad, ni clanes clásicos como Nosferatu o Gangrel, ni posibilidad real de desarrollar una identidad propia. No hay tampoco un inventario, un árbol de habilidades ni una interacción significativa con el mundo.
Un remanente de lo que fue
Numerosos fanáticos aguardaban una secuela espiritual del original, con su complejidad ética, su combinación de política y combate, así como su atmósfera gótica llena de ambigüedad. En su lugar, Bloodlines II ofrece una versión simplificada, más cercana a un walking simulator con toques de acción y diálogos predecibles.
La ironía es que The Chinese Room, especialista en narrativa emocional, parece haber olvidado lo más importante: el alma del juego. Sin una mecánica sólida de rol, sin consecuencias reales, sin esa constante tensión entre la bestia y la máscara, la experiencia se desangra poco a poco.
Un lanzamiento con sabor amargo
No todo es negativo. La ambientación sonora es excelente, el diseño artístico es coherente con la estética del World of Darkness, y la actuación de voz de Fabien aporta carisma. Pero nada de eso compensa el vacío estructural. La falta de profundidad mecánica, unida a un precio de lanzamiento propio de un título AAA, hace difícil justificar su compra inmediata.
En definitiva, Vampire: The Masquerade – Bloodlines II no es un mal juego… pero sí un mal heredero. Es una obra que entiende la superficie del mito, pero no su esencia. Y en un universo donde las apariencias lo son todo, eso es un pecado mortal.
FAQ
¿Necesito jugar el primer Bloodlines para entender este?
No, aunque conocer el universo del World of Darkness ayuda a entender sus referencias y clanes.
¿Qué tipo de juego es?
Un RPG de acción con fuerte carga narrativa, aunque con mecánicas muy limitadas.
¿Hay elecciones que cambian el final?
Sí, pero son superficiales. La historia converge casi siempre en los mismos desenlaces.
¿Recomendado para fans del original?
Solo si vas con expectativas moderadas. Este título ofrece más espectáculo que sustancia.
