
Fernando Caneza, más conocido como FerCaz, es una de las caras visibles del desarrollo de videojuegos en el interior de Paraguay. Como embajador de IGDA en Villarrica, lleva adelante una cruzada silenciosa pero firme: romper estigmas, formar nuevas generaciones y descentralizar una industria todavía joven.
Desde el trabajo que hago, la estrategia fue clara: apostar por los jóvenes”, explica FerCaz, quien hasta 2023 se desempeñó como docente. “Mi objetivo era plantar semillas. Empecé con estudiantes de colegios, mostrándoles que esto no era solo entretenimiento, sino una carrera con futuro.”
Villarrica es una ciudad de profundas raíces culturales y religiosas. Por eso, su desafío va más allá de lo técnico. “Muchos padres se escandalizaban. Me decían ‘¿cómo le vas a enseñar a mi hijo a hacer jueguitos?’. Decían que eso no eran los valores que querían para ellos”, recuerda.
Ante eso, FerCaz optó por un enfoque educativo paciente. “Había que explicarles con manzanas, literalmente. Mostrarles que desarrollar un videojuego exige lógica, matemática, planificación. Una vez que veían eso, algunos cambiaban de parecer.”
Sin embargo, no todos se convencían. “Algunos te decían directo: ‘mi hijo no va a aprender eso, eso no le sirve’. Y ahí ya no hay mucho que hacer. Hay un choque generacional que solo se puede resolver con diálogo.”
Parte de su visión fue siempre crear experiencias reales. “Ponía a los chicos en situaciones donde tuvieran que crear algo desde cero, competir, equivocarse, aprender. Esa es la manera de entender qué tan exigente es esta industria.”
Según FerCaz, los intercolegiales pueden ser una clave. “El plan es impulsar competencias entre colegios de Villarrica, para que la comunidad local se fortalezca. Si la gente compite y crea acá, ya no va a depender tanto de Asunción.”
Pero su meta va más allá del aula. “El verdadero cambio es cultural. Hay que transformar la percepción de lo que significa hacer videojuegos. No es perder tiempo, es construir futuro. Y eso también es trabajo docente.”
Uno de los temas que más preocupa a FerCaz es la continuidad. “El problema es que muchos proyectos mueren por falta de soporte. Por eso es clave formar una red, donde chicos de diferentes colegios y barrios puedan conectarse y ayudarse.”
La participación en Game Jams fue uno de sus motores. “Ahí aprendí a trabajar bajo presión, a colaborar, a no tener miedo a fallar. Quiero que esa experiencia esté disponible para todos, también en Villarrica.”
Sobre la descentralización, opina: “No puede ser que todo se haga en la capital. Acá hay talento. Solo falta estructura y un poco de apoyo.”
Y ese apoyo, dice, no debe ser solo estatal. “Los medios, las comunidades, las empresas: todos tienen un rol. Cuando los chicos ven que su trabajo tiene visibilidad, se motivan. Se sienten parte de algo más grande.”
En ese sentido, FerCaz ve con buenos ojos el crecimiento de medios especializados. “Antes nadie hablaba de esto. Hoy hay al menos tres medios cubriendo desarrollo local. Eso da un impulso enorme.”
Consultado sobre si el cambio será rápido, responde sin titubeos: “No. Esto es a mediano y largo plazo. Pero si no empezamos hoy, nunca va a pasar.”
“Necesitamos abrir canales con las universidades, con los municipios, con organizaciones. Conectar a la gente. Crear espacios de formación reales, no solo cursos sueltos.”
En su visión ideal, los jóvenes guaireños podrían hacer sus pasantías en estudios reales. “O incluso fundar sus propios estudios acá. Ese es mi sueño. Que Villarrica no solo consuma videojuegos, sino que los produzca.”
¿Y qué hay del rol docente? “Para mí es clave. Necesitamos formadores comprometidos, que entiendan el ecosistema y sepan guiar sin prejuicios. Yo, si me llaman, vuelvo a enseñar mañana.”
A nivel personal, admite que este trabajo es también una forma de retribuir. “Yo crecí acá. Tuve que buscar afuera muchas cosas que hoy podrían construirse en casa. Si puedo evitar que otros pasen lo mismo, lo voy a hacer.”
Habla con pasión cuando recuerda anécdotas del aula. “Una vez un alumno me mostró su primer prototipo. Era simple, pero hecho con tanta dedicación que me emocioné. Ahí entendí que valía la pena.”
Otro caso lo marcó especialmente. “Un padre que al principio estaba totalmente en contra, vino un día a agradecerme. Me dijo que su hijo había mejorado en matemática porque quería entender cómo funcionaban los scripts. Eso me confirmó todo.”
Cuando se le pregunta por la expectativa a tres años, tiene una visión clara. “En ese plazo, espero tener una base sólida: intercolegiales funcionando, una red activa de devs, convenios con instituciones. Con eso, todo lo demás puede crecer.”
¿Y el gran sueño? “Una carrera de desarrollo de videojuegos en una universidad de Villarrica. Con docentes preparados, con salida laboral directa. Eso sería histórico.”
Sobre la posibilidad de un estudio local, sonríe. “Claro que sí. Lo pienso siempre. Y no tiene que ser enorme. Un grupo de cinco personas que hagan un juego ya es un estudio.”
FerCaz sabe que no todo depende de él. “Esto es colectivo. Yo puedo empujar, pero si no hay comunidad, no hay nada. Por eso invito a todos los que quieran sumarse.”
“El desarrollo de videojuegos es el lenguaje de una generación. Y si no lo hablamos, nos quedamos atrás.”
Para terminar, deja una frase que lo resume: “Apoyar el desarrollo local no es solo un acto cultural. Es una inversión en nuestro futuro.”